Todo empezó como un juego. Como siempre empiezan estas cosas. Un grupo de chalaos por la música, los deportes y las mujeres se enzarzan en discusiones bizantinas sobre canciones, sistemas de votación, ordenación, y todas esas fruslerías. Una buena excusa para repasar algunas de las mejores canciones internacional de todos los tiempos . Una lista que, como todas, es subjetiva y sobre la que no se ponen de acuerdo ni siquiera los individuos que la perpetraron...

viernes, 4 de diciembre de 2009

24 - "Mercy Mercy Me", Marvin Gaye

  • álbum: What’s going on
  • año: 1971
  • sello: Tamla

  • "Mercy Mercy Me / Things ain’t what they used to be"

El otro día estuve en una ponencia sobre marketing. Es impresionante cuánto se puede hablar de vender sin necesidad de mencionar el producto a comercializar. Al final dijeron algo interesante. Algo así como: “El objetivo es fidelizar a tus clientes, y para ello, tienes que conseguir que lleguen a amarte”. Curiosa afirmación en pleno año 2009. Hace 4 décadas, Berry Gordy, capo de la Motown, dijo que soñaba con que sus discos fuesen “música que alcance los corazones, las almas, y las billeteras de todas las personas”. La cuestión es que este mismo visionario del marketing (¿?¿?) estuvo a punto de negarse a grabar el que a la postre ha sido el disco que mejor representó este sueño. “What’s going on” hablaba de guerras, de ecología, de problemas sociales, y pensó que eso no le importaría a nadie. Pero no tuvo en cuenta el mensajero de que disponía para tal arenga.

No cabe duda que lo que se menciona en “Mercy Mercy Me” (subtitulada, “The ecology”) tiene una actualidad apabullante. Pero hay algo en los constantes mensajes ecologistas que últimamente inundan no solo el televisor, sino también la música (ese buenrollismo ilustrado) y el cine (numerosos documentales últimamente se han estrenado en la gran pantalla referentes al deterioro del planeta, y el desarrollo insostenible que la población mundial está llevando a cabo) que hace que no funcionen tal y como deberían. Parecen una cuota, impresionante y epatante en algunos casos, sí, pero acaban convirtiéndose en una dosis de concienciación que sus espectadores acaban percibiendo con cierta distancia: como si las ballenas fueran algo que solo se puede ver gracias a las nuevas tecnologías, como si ellos no fueran los que dirigen las compañías multinacionales, como si África fuese un universo paralelo a miles de kilómetros de distancia o el ozono algo incomprensible relacionado con la química.

Aquí, más allá de la letra, más allá de esa proclama racionalizada, el que llega al fondo, el que hace amar al mensajero, el verdadero vehículo que transmite la esencia de tan incómoda verdad, es la música. La grandeza de la música de Gaye, esa que desde entonces siempre estuvo manchada por la tragedia, es la intimidad que despide, ese acercamiento al oyente que parece que te abraza, que te susurra, con la mezcla de melancolía, energía, fuerza y candor que tan solo los más grandes del soul pueden transmitir. Y entonces, la primera vez que escuché esta canción, es cuando sentí cada pelo de mi cuerpo como un árbol, un jardín en cada poro, cada curva como un accidente orográfico, el calor que hay dentro de él, y me sentí ajado, herido por el paso del tiempo, por mi propio entorno, por todo lo agresivo que me rodea. Una mezcla de felicidad por estar vivo y de amargura de verme morir. No, las cosas ya no son lo que eran. Ya no veo el mundo tamizado de miles de colores, la esperanza ya no brilla con la misma intensidad, el sentimiento de soledad crece cuando la ciudad en la que vivo cada vez cuenta con más habitantes. Al menos, en estos momentos, hay una certeza que enciende mi trémulo corazón: te quiero, Marvin.

Autor: Jesús Sáez

Más información: Marvin Gaye en la wikipedia

Mp3: Marvin Gaye

Youtube: No se permite la incrustación.

http://www.youtube.com/watch?v=U9BA6fFGMjI

viernes, 27 de noviembre de 2009

25 - "There she goes", The La's

  • álbum: The La's
  • año: 1990
  • sello: Go! Discs

  • "There she blows
    There she blows again
    Pulsing through my veins
    And I just can't contain
    This feeling that remains"

Uno de los riffs más reconocibles del pop de guitarras de principios de los noventa es "There she goes".

En contra de la que parecía ser la interpretación obvia de la canción, no hablaba de una chica que le ponía palote al narrador, sino de la sensación de euforia que se desataba en el drogadicto cuando consumía según qué sustancias. Uno se imaginaba un torrente sanguíneo contaminado de drogaína y al propietario de venas, sangre y papelas. Dejando de lado el mensaje moralista que acompaña la dictadura de lo políticamente correcto que nos ha tocado vivir estos días, he de decir que la sensación de euforia, pretendida o no, que se logra con esta canción es, posiblemente, lo más parecido a un subidón.

Lee Mavers, líder omnímodo del grupo, era un tipo perfeccionista hasta lo obsesivo. Sólo así se explica que The La's, su vehículo creativo, grabaran dos veces el único álbum que editaron en su carrera. Esa es la causa de que The La's, que en su día iba a ser the next big thing, perdieran el tren y The Stone Roses ocuparan el lugar que les correspondía.

De hecho, el single "There she goes" ya había sido editado en 1988 y fue una de las causas de que la prensa musical inglesa, siempre sedienta de hypes, les marcara como "grupo a seguir". Sin embargo, no fue hasta 1990 cuando, coincidiendo con la edición del long time post-poned self-titled LP, el single, re-released, pegó el golpe en la mesa de los charts y alcanzó el Top 20 en las listas inglesas y el 49 en las americanas. El resto del disco, en contra de lo que algunos creen, no desmerecía en absoluto. Say it loud: no estamos ante una one-hit band. De hecho, y aunque no hayan vuelto a editar discos nuevos, la banda (o más bien, Lee Mavers y mercenarios) sigue existiendo, no se ha disuelto oficialmente e incluso han hecho giras y presentado nuevas canciones.

Sin embargo, lo que más se recuerda de The La's es ese riff que nos retrotrae a días en los que la euforia, proviniera de dónde proviniera, no estaba necesariamente bajo sospecha.

Autor: Pedro Blasco

Más información:

Mp3: There she goes

Youtube: Universal no deja que incrustemos el video.

Video


martes, 17 de noviembre de 2009

26 - "Smells like teen spirit", Nirvana

  • álbum: Nevermind
  • año: 1991
  • sello: Geffen

  • "Here we are now, entertain us"

Huele a espíritu adolescente. Y desde su publicación, el espíritu adolescente olió de forma diferente.

Han pasado casi 20 años, dios mío. El bebé que perseguía un dólar en la piscina de la portada del Nevermind ya va a la universidad. Y seguro que 20 años después seguirá dando botes con esta canción en alguna fiesta de fraternidad, si es que aún se celebran. Yo tengo ya 37, y el Smells es una de las 3 canciones que aún consiguen que me ponga a botar como un gilipollas.

Quien no sepa lo que esta canción logró entre los adolescentes de todo el mundo occidental solo necesita ver el video para entenderlo: decenas de chavales y chavalas empiezan tranquilamente sentados en la grada de un instituto, y 4 minutos de guitarrazos salvajes y gritos desesperados después están todos saltando unos sobre otros, como descerebrados.

Quizá haya un puñado de canciones que hayan logrado, a lo largo de la historia, coincidir con un cambio de comportamiento de los adolescentes de su época. Se me viene a la cabeza el “Rock around the clock”, cuyo éxito convivió con el nacimiento del espíritu de rebeldía de la juventud americana, que decidió en los años 50 que no quería ser como sus padres. Se me viene a la cabeza "Anarchy in the UK", con el que cuatro locos se encargaron de jubilar a los dinosaurios del virtuosismo para iniciar el reinado de la inmediatez y del "cualquiera puede hacerlo". “Smells like teen spirit” tuvo el mismo significado, solo que en 1991 los adolescentes no nos rebelamos contra nuestros padres, sino contra los capos del mainstream: “tíos, sois un puto coñazo”. Nirvana fueron, de esta manera, los enterradores de los años 80.

Si estás leyendo esto, tienes menos de 21 años y no entiendes de lo que te estoy hablando, date cuenta de que ese look de indie zarrapastroso que llevas no se pudo comprar siempre en el Corte Inglés, aprovecha que ésta es una de las pocas canciones que tienen una entrada en la Wikipedia, escucha esta canción (mejor haz un poco de sitio en la habitación) y a continuación vete a COMPRARTE todos los discos de los Pixies.

Autor: Jorge Benavente

Más información: http://es.wikipedia.org/wiki/Smells_Like_Teen_Spirit

Mp3: Smells like teen spirit

Youtube: El video de la canción.

sábado, 14 de noviembre de 2009

27 - "In the city", The Jam

  • álbum: In the city
  • año: 1977
  • sello: Polydor

  • "In the city, in the city
    In the city there's a thousand things I want to say to you"

Quizás la historia del pop cambió una noche de agosto del 76. Cualquier otro momento pudiera ser bueno, quizás. Pero este no es sólo bueno, es especial. Esa noche de agosto Paul Weller bajó con sus amigos y sus 18 a Londres desde Woking, condado de Surrey, veinte minutos en tren a la ciudad. Paul y The Jam, ya viejos conocidos en los pubs de su ciudad, arrancan unos cuantos coches y organizan con los chavales de la pandilla una excursión. Parecía ser que en la capital pasaba algo gordo y ellos, aún meros provincianos, no se lo pueden perder. Las ventanillas abiertas por el calor, risas en el coche.

Fue una verdadera suerte, sin ello la pasión que ese chaval había moldeado hacía unos años por un movimiento perdido en los sesenta hubiera sido un mero remedo sin salida; así, encontraba un cauce nuevo y vitalizador para unas inquietudes que iban a estallar en una carrera brillante y sólida. Y de paso, inventaba el revival 79, uno de los estilos más breves y eufóricos de la historia del pop.

Voy a intentar no usar la palabra mod en el texto más de lo necesario, pero lo cierto es que he de empezar con ella. O más bien con nuestro Paul, aún un niño, enfrascado en su habitación. 1974. No le dice nada el glam rock. Pero encuentra en las páginas de New Musical Express un reportaje sobre unos jóvenes que hacía diez años o más se paseaban con altanería olímpica por su mismo país. The Jam ya existía y aún no va a cambiar a la nueva religión. Pero nuestro Paul sí, nuestro Paul cae deslumbrado. Es imposible implicarse en nada sin un deslumbramiento. Quizás el origen obrero, como el suyo, quizás similar actitud ante la música, pero Paul entiende tras caer del caballo que él es eso. Mira a su alrededor y en 1974 aún ve pasar a algunos. Muy pocos. Muy solos.

Quedan dos años largos para el punk y Paul es afortunado por estar ahí, en su habitación, leyendo una y otra vez los entresijos de una época que ya ha hecho suya. Así, cuando éste se presente su personalidad ya estará formada, ya no le engañarán ni le dirán por donde ha de ir. Ya sabrá él dónde ha de llegar con la seguridad que le da la conciencia de lo que hace. Eso también lo aprendió en su habitación de los mods.

Así que cuando desembarca en Londres esa noche de agosto, el pie fijándose al asfalto al salir del coche, la mirada atenta e interrogante, sobre la excitación monta la certeza. Certeza que se agranda al entrar al local. Londres era una ciudad altamente estimulante ese año. Una ciudad en el segundo de silencio que precede a la bomba, ese segundo en el que hinchas los pulmones porque una vibración del aire despierta el instinto. La pandilla entra en el 100 Club y asiste a un verdadero caos, a un pandemónium en el que ni los Sex Pistols ni público se aclaran. Pero Paul, pese a ello salió encantado. La vuelta a los coches la hizo como triunfador porque sabía que ahí estaba su público y el movimiento juvenil que le iba a empujar.

No tardarían mucho en actuar en ese 100 Club. Fue a finales del verano, y lo ocuparían varias veces más. De hecho, una vez separados y en su lp de directos –Dig the new breed- la versión del In the city que emplean está grabada el 11 de octubre de 1977 en ese mismo lugar. En todo caso la interpretación que más me gusta es la que hicieron en el Electric Circus de Manchester, agosto de ese mismo año –espero que nuestro Jordi la ponga como video- porque en ella se recrean los primeros planos con profusión y tranquilidad. Y me gusta esa mirada desafiante y tímida al mismo tiempo, el salto que se adivina en el primer redoble, los movimientos eléctricos y elegantes, los escasos pero significativos planos de un público que te acoge treinta años después.

¡¡¡In the City!!!, palabras mayores, aparecida el 29 de abril de ese mismo 1977. Una portada con un fondo de azulejos de sanitario y ellos inventando el uniforme de la nueva ola: corbata estrecha, americana y zapatos sucios. Y dentro urgencia, sí, urgencia de la guitarra que repite el mismo riff tres veces llamando a ese redoble de batería que late en toda la canción. La voz grita encajándose en una atrayente melodía la rabia, la frustración, las preguntas. En la calle están pasando cosas y hemos de aprovecharlas, hay que hacer algo, nosotros mismos. Hasta llegar a ese final repetitivo que es imposible dejar de gritar. Poco más dos minutos que se hacen densos, elásticos, que recorre un nervio tempestuoso.

Mirado con sospecha por los punks – ha pasado a los anales una pelea con Sid Vicious de la que el Pistol, nenaza, sacó un ojo lesionado durante toda su vida- y por los escasos aficionados activos a la estética de los sesenta, Paul tenía el criterio, tenía el cauce. Sólo le faltaba ponerse manos a la obra. Sin revivalismos -¿cómo voy a ser revivalista si sólo tengo dieciocho jodidos años?, dijo- pero tomando todo lo que del pasado podía ser activo. Simplemente quería gritar su insatisfacción con el espíritu más bello y más enérgico que había encontrado.

Autor: César Prieto

Más información: Página oficial

Mp3: In the city

Youtube: The Jam en el programa de Tony Wilson.

lunes, 5 de octubre de 2009

28 - "Father and son", Cat Stevens

  • álbum: Tea for the tillerman
  • año: 1970
  • sello: Island

  • "From the moment I could talk
    I was ordered to listen
    There's a way and I know
    that I have to go away"

Muchas veces pienso que si Cat Stevens no ha pasado a formar parte de ese limbo de grandes cantautores, en el que descansan grácilmente artistas como Bob Dylan, Leonard Cohen o Neil Young, es porque nunca jugó con la cara más oscura de la vida. Éstos siempre desenfocaron los límites de lo razonable, descubrieron a aquellos que habitan los huecos de la sociedad y los hicieron protagonistas de sus historias, hasta el punto, en algunos casos, de convertirse ellos mismo en pobladores habituales de sus propias narraciones. Lo de Steven Demetre Georgiou es más la poesía de lo cotidiano, el despertar de esos sentimientos que reconocemos tanto como humanos, de esas condiciones que nos hacen diferentes y maravillosos, en toda su extensión, desde la melancolía a la euforia, de la tristeza a la resignación, del odio a la ira, de la felicidad a la duda, siempre celebrando esa fiesta que es vivir, en una auténtica orgía vitalista.

En el DVD editado hace apenas cinco años "Majikat", que recoge un concierto de su gira de 1976, se puede apreciar la increíble intensidad con la que Stevens entendía la música, como ésta filtraba por todos los poros de su cuerpo dando forma a un éxtasis que pone los pelos de punta. Esa es la demostración más clara, el momento clarividente en el que deja vislumbrar cómo, dentro de su discurso despoblado de iconos, la honestidad, la falta de prejuicios, y su obsesión por vivir (léase con mayúsculas), convertían un lenguaje musical que aparecía como amable y falto de ángulos, en un dechado de amor por la vida, concebido en toda su plenitud, y hacían de él un compositor único e irrepetible, un verdadero outsider en un panorama lleno de genios hinchados de LSD y fantasías ultraterrenales.

"Father and Son" es el más claro ejemplo de eso. El diálogo de un padre y un hijo que pone al descubierto los errores y aciertos de cada uno, que desvela ese camino que irremediablemente hemos de recorrer y al que hemos de llegar, piedras en las que tropezar, derrotas que celebrar, triunfos que rememorar. El padre, que ya ha sido golpeado por la vida en múltiples ocasiones, descubre la urgencia juvenil de su hijo, su necesidad de crecer, y le pide calma, paciencia para no cometer esos fallos que él mismo sufrió, que no se deje llevar por unos impulsos y unos sueños que con el tiempo desaparecerán. La voz de la doble y dolorosa certeza: la de que el chaval necesita llevar a cabo esos pasos por sí mismo, y la de que los errores serán similares llevándole a sufrimientos parejos. El hijo siente la vida abriéndose como millones de posibilidades que experimentar, y siente la necesidad de saltar más allá, de liberarse de esa guía al mismo tiempo sabia y aleccionadora erigida en la figura del padre, de trazar su propia libertad, de equivocarse, de explotar en toda su ansia de vivir. Este diálogo Stevens lo representa con su habitual sutilidad acústica, interpretando con voz grave al padre, y con subidas de intensidad y tonos agudos, al hijo, llegando un climax final en el que un coro responde a cada una de las voces.

Sí, es simple. No, no hay tragedias (al menos explícitas). No hay mensajes aleccionadores. Hay una composición excelsa que demuestra que la vida no hay que explicarla, que se representa por sí misma, que solo hay que saber leerla, y disfrutar de cada una de sus diferentes estaciones. Una demostración de sentimientos encontrados, intereses enfrentados, caminos cruzados, una lectura vital sin prejuicios ni cortapisas, sin presupuestos, con un único límite: el tiempo que nos queda. Todo esto expresado con una sensibilidad exquisita, una intensidad emocionante hasta la lágrima, una clarividencia que no pertenece a los genios, sino a los vividores. Porque Cat Stevens nos presenta a sus “vividores” como aquellos que entienden su periplo necesariamente como alegría y dolor, sufrimiento, tristeza, algarabía, preocupación y despreocupación, equivocarse y acertar y volverse a equivocar, soñar y razonar, sin que deba faltar ni uno solo de sus ingredientes. Qué mejor receta para sentirse vivo por uno mismo, y no por contraste con los que no pueden (o no han sabido) cocinar tal menú.

Autor: Jesús Saez

Más información: Web oficial

Mp3: Father and son

Youtube: Versión en directo



Versión original

lunes, 24 de agosto de 2009

29 - "Anarchy in the U.K.", Sex Pistols

  • álbum: Anarchy in the U.K. (single, también en el álbum "Never mind the bollocks. Here's the Sex Pistols" de 1977)
  • año: 1976
  • sello: EMI

  • "I am an antichrist
    I am an anarchist
    Dont know what I want but
    I know how to get it"

Suena tu despertador a las 7. Dos tonos como cada día. Lo apagas, te levantas y pones los pies en tus cómodas zapatillas que fueron regalo de la última Navidad. Una ducha rápida, te pones el traje y la corbata y das un mecánico beso a tu mujer y tus hijos antes de ir a coger tu coche gris al garaje. Te incorporas escuchando la COPE al atasco de cada mañana que te lleva lentamente al trabajo donde aparcas en la plaza que tienes reservada. Subes en el ascensor evitando rozar cualquier otro cuerpo. Musitas un buenosdías a la recepcionista y a tus compañeros. Te sientas en la mesa, enciendes el ordenador e inicias las tareas a las que llamas tu responsabilidad. Sólo paras para un café a las 10:30 y para comer a las 13:30. En la comida hablas con tus compañeros de trabajo de fútbol, de política y de toros. Te fumas un purito y vuelves al trabajo. Cuando acaba tu jornada, directo a casa. Cenas lo que te pone tu mujer. Das otro beso a tus hijos antes de que se acuesten. Pones la tele hasta que te aburres. La apagas. Otro beso a tu mujer porque hoy no es sábado así que no hay que dedicarle cinco minutos más. Ahora sólo queda dormir. Y mientras duermes, lo ves claro porque sueñas que eres feliz hasta que suena de nuevo el despertador.

Esa es tu vida. Rutinaria, ¿verdad? ¿No te apetecería cambiarla un poco o del todo? ¿Coger un martillo, romper todos los espejos y acabar danzando desnudo en una habitación llena de cristales? Algunos dirían que eso es el punk. Para construir, hay que destruir. Escupir e insultar a quien te viene a escuchar. Tres acordes o cuatro. O algo así. Nosotros no lo sabemos. Lo único de lo que estamos seguros es que este grupo es uno de los más famosos del "movimiento" (con el permiso de los Ramones) y esta canción probablemente la más representativa. Y si quieren información de primera mano, lean "Por favor, mátame. Historia oral del punk". No será verdad, pero ¿a quién le importa?.

PD: Ah, casi me olvidaba. Estuve parte de mi adolescencia creyendo que el original era de Megadeth. Es que el video molaba y yo tenía amigos heavys y no era muy listo.
PD2: De acuerdo, tú ganas. La utilización del pretérito no es correcta.
PD3: Dicen que poner muchas postdatas implica tener una mente desordenada.
PD4: Debe ser por eso que pongo tantas...

Autor: M.Cabezapolo

Más información: http://www.sex-pistols.net/

Mp3: Anarchy in the U.K.

Youtube: En el programa de Tony Wilson (el video que siempre daban en el 33)

lunes, 17 de agosto de 2009

30 - "Sheena is a punk rocker", The Ramones

  • álbum: Rocket to Russia
  • año: 1977
  • sello: Sire Records

  • "But she just couldn’t stay
    She had to break away
    New York City really has it all"

¡Zas! ¡En toda la boca! Cual Peter Griffin en Padre de Familia, eso es lo que podrían haber dicho los Ramones a todos los grupos de Rock Progresivo y rollos parecidos allá por finales de los 70. No hace falta ser un músico virtuoso, ni tocar canciones de 8 minutos. One, two, three, four!!!… seguidos de 2 minutos de energía juvenil. Ellos fueron los primeros y la quinta esencia del punk. Resucitaron el espíritu original del rock de los 50 y el pop de los 60. Pusieron la música en primer plano (no hacía falta vestirse de manera estrambótica como los grupos de glam) y a sus fans por encima de todo (dieron casi dos mil conciertos, incluso después de que Joey dejase de hablar a Johnny por robarle la novia).
The Trade Winds cantaban “New York is a lonely town when you are the only surfer boy around”, pero los Ramones no necesitaban estar en la costa oeste. La playa de Rockaway en su Queens natal era suficiente. Hicieron varias incursiones en la música surf, grabando versiones de “California sun”, “Surf city”, “Surfin’ bird” o “Surfin’ safari”… “Sheena is a punk rocker” es una de sus canciones más influidas por este sonido. Parece ser que Joey la compuso para sustituir a “Carbona not glue” en el disco Leave Home. Fue publicada en una reedición de este disco, en una versión anterior, pero la versión definitiva apareció en Rocket to Russia y se convirtió instantáneamente en uno de los clásicos del grupo.
Todavía cuesta creer que Joey, Johnny y Dee Dee se hayan ido, pero Los Ramones son ya parte de la historia del rock’n’roll. Su música y su imagen han dejado huella. El logotipo del águila con los nombres de sus componentes alrededor, es tan reconocible como la lengua de los Rolling Stones. Larga vida a los Ramones.

Autor: Rafa Llarena

Más información: http://www.officialramones.com

Mp3: Sheena is a punk rocker

Youtube: En un programa de TV.

lunes, 4 de mayo de 2009

31 - "Be my baby", The Ronettes

  • álbum: Presenting the Fabulous Ronettes
  • año: 1963
  • sello: Philles Records

  • "I’ll make you happy, baby, just wait and see
    For every kiss you give me, I’ll give you three"

"’Be my Baby’ se anuncia con la que puede ser la introducción más dramática del R&R – la batería de Hal Blaine es el código Morse de los dioses – y, de alguna manera, sólo mejora a partir de ahí”. Esta es la descripción que hace Allmusic de la mítica introducción de Hal Blaine a una de las mejores canciones pop de la historia. Según cuentan, fue Jack Nietzche, el arreglista de Phil Spector, quien se la sugirió, así que el mérito debería recaer en ambos. Por algo, decenas de canciones de todas las épocas copian este ritmo tan característico. Y como dice Allmusic, eso es sólo el principio, lo que sigue es tanto o más increíble.

Una conjunción de los mejores ingredientes hizo esta maravilla posible. Phil Spector, el mítico productor creador del Wall of Sound estaba en su cima creativa y los hits se acumulaban en su carrera. Antes de que “Be My Baby” alcanzara lo más alto de las listas, Spector había triunfado con clásicos como “To know him (is to love him)” (su único éxito como intérprete al frente de los Teddy Bears), “I love how you love me”, “He’s a rebel”, “Da doo Ron ron” o “Then he kissed me”. Spector era el genio detrás de la producción de estas canciones, pero el mérito no es sólo suyo. Los ingredientes que mencionaba antes eran: un gran arreglista (el mencionado Jack Nietzche), unos músicos de estudio memorables (la llamada Wrecking Crew, participantes en las mejores sesiones de grabación de Los Ángeles de la época, desde Spector a Brian Wilson, pasando por The Monkees o Simon & Garfunkel), un estudio de grabación con un sonido único (Gold Star), una voz fascinante (los “oh oh” de Ronnie han quedado para la historia) y unos compositores de excepción.
En este caso, los compañeros de composición de Spector fueron Jeff Barry y Ellie Greenwich, una de las míticas parejas de compositores del famoso Brill Building de Nueva York. Si esta lista de canciones la hubiese elaborado yo sólo, probablemente habría más de una canción de Barry/Greenwich, tanto con Spector como en su trayectoria en Red Bird. Pero como no es el caso, intentaré centrarme en la canción que nos ocupa.

Para crear su famoso “muro de sonido”, Phil Spector agrupaba decenas de músicos en un espacio minúsculo y ponía el volumen al máximo. Sólo él conseguía sacar algo tan bonito de ese aparente caos. Por poner un ejemplo, en esta canción suenan cuatro teclados al mismo tiempo.

El resultado, una canción perfecta. Después de la introducción, entran las cuerdas, maracas y castañuelas que dan paso a la voz, con ese timbre tan característico de Ronnie. La canción te atrapa por su inocencia desde el principio. Cuando ya estás babeando con la primera estrofa, llega el estribillo y, al escuchar esos coros, no puedes creer que aún pueda mejorar. Pero mejora. En el puente instrumental, las cuerdas y unos coros de otro mundo, lo llenan todo. Y aunque parezca mentira, aún no ha llegado lo mejor. Ronnie vuelve a cantar el estribillo rodeada de castañuelas. "Whoa-oh-oh-oh" y entonces todo se para, el código Morse de los dioses vuelve a sonar más potente incluso que al inicio y, dejándonos con la carne de gallina, la canción termina con el Muro de Sonido sonando mejor que nunca. Dos minutos y medio de pura gloria.

El resto es historia. Como muestra de la grandeza de esta canción, Brian Wilson la consideraba (y aún lo hace) la mejor que se ha compuesto jamás. No sólo emuló muchas veces ese sonido sino que compuso “Don’t worry baby” como una continuación a “Be my baby” (la introducción de la canción de Wilson lo atestigua). Incluso llegó a ofrecérsela Spector para que la cantara Ronnie, pero este la desechó por no estar a la altura (ejem…). Afortunadamente para Brian, Ronnie grabó su canción años después.

Mientras termino esta crítica, escucho “Gentle Sons”, la última canción del disco de debut de la nueva promesa del Indie pop, The Pains of Being Pure at Heart. Esta canción se suma a la larga lista de canciones que comienzan con el código Morse de los dioses. Una joven banda de NY que demuestra que el legado de “Be My Baby” sigue vivo, y lo seguirá por muchos años.

Autor: Rafa Llarena

Más información: Página de referencia sobre Phil Spector, Brill Building, Girl groups… http://www.spectropop.com/

Mp3: Be my baby

Youtube: Actuación en Shinding!

lunes, 27 de abril de 2009

32 - "Boys don't cry", The Cure

  • álbum: Boys don’t cry
  • año: 1980
  • sello: Fiction

  • "Now I would do most anything
    To get you back by my side
    But I just
    Keep on laughing
    Hiding the tears in my eyes
    'cause boys don't cry"

Rascamos cuatro veces las cuerdas de la guitarra: pang, pang, pang, pang. Pegamos tres rápidos baquetazos: ta-ta-ta. Hecho, es sencillo: acabamos de componer el mejor inicio de una canción pop de la historia (con permiso del Debaser de los Pixies).

Hacemos dos riffs de guitarra sobre el ritmo perfecto del bajo y la batería. Hecho, es simple: acabamos de encontrar cómo transmitir en veinte segundos toda la alegría del pop; acabamos de conseguir que hasta el más torpe espantapájaros se ponga a bailar; para los que nos acusan de oscuros, allá va nuestra canción más luminosa.

Contamos una historia sencilla de un chico que no quiere llorar aunque se dé cuenta de que ha perdido, para siempre, a la chica de su vida. La contamos como si tuviésemos 15 años (¿acaso no los tenemos?) y nos pareciera que nunca, en nuestra puta vida, nos fuéramos a poder recuperar de tanto dolor (¡qué hermoso es darse cuenta 15 años más tarde de que el desamor no duele tanto al fin y al cabo!). Hecho, es sencillo: acabamos de crear una de las dos mejores canciones pop de la historia (pon tú la otra, amigo).

¿Es sencillo hacer pop? Varios millones de malas canciones nos dicen que no lo es. Pero esta pequeña joya demuestra lo contrario. ¡Ah, pero es que para hacer algo tan bueno como “Boys don’t cry” hay que tener talento! Ya, será eso...

Autor: Xurxo Benavente

Más información: Página oficial

Mp3: Boys don't cry

Youtube: Videoclip de la canción

lunes, 20 de abril de 2009

33 - "Perfect day", Lou Reed

  • álbum: Transformer
  • año: 1972
  • sello: RCA

  • "Oh, it's just a perfect day
    I'm glad I spent it with you"

¿Y qué mas da que la canción no hable de amor, sino de heroína? Sigue siendo una preciosa canción de amor, con una letra sencilla y tierna, que cualquiera querría cantar a su pareja (en el hipotético caso de que estuviera enamorado de la misma) en la languidez de un fin de tarde de domingo otoñal. Aunque hoy sea una concepción superada, durante un tiempo de descubrimiento la heroína se consideró una sustancia cool, que mejoraba la vida de quien la consumía y a quien se dedicaron canciones de admiración y respeto. Por eso, aunque su destinatario sea erróneo, el amor que trasciende esa canción puede extrapolarse a lo que se entiende habitualmente por amor; es decir, entre personas.

O quizás no. Quizás el entorno ambiental de la canción no sea la lánguida dejadez de la droga en sus primeros estadios de consumo, quizá sea una resignada tristeza nostálgica por haberse entregado a alguien que no te va abandonar, ni aunque tú quieras.

Bueno, amor también al fin y al cabo, y no afecta a la afirmación que pensaba hacer de que es una de las canciones de amor más perfectas que existen en el mundo del pop y el rock, por su unión de sencillez, caràcter, capacidad evocadora y melodía.

Lou Reed estaba en estado de gracia por esos años, y afortunadamente para los que nos gustan las canciones de formato clásico, pasó una gran parte de ellos entregado a las composiciones lógicas y sencillas, como esa otra joya del mismo álbum que es "Satellite of love". De hecho, todo "Transformer" es una prueba de estado de inspiración absoluta. Lástima que a Reed, como a Dylan, le haya dado en sus años geriátricos por deconstruir esas canciones, si es que las toca en directo, hasta hacerlas irreconocibles (o, lo que es peor, reconocibles pero detestables en sus experimentos jazzístico-percusivos). Cierto es que no deja de ser el autor y por tanto está legitimado para hacer lo que quiera con sus interpretaciones, pero hay momentos redondos en la historia de la música popular que alcanzan la categoría de obras de arte, pasan a ser patrimonio de la humanidad y por tanto deberían estar sujetos a restricciones en su modificación. Es el caso de todo "Transformer", especialmente esta canción, también "Satellite of love" y, por supuesto, "Walk on the wild side".

Lo cual me recuerda que hace muchos años ya, saliendo de una feria del disco en Barcelona, cuando aún se celebraba en el Hotel Oriente, en las Ramblas, me encontré fuera paseando a mi hermano, fan de la música de calidad donde los haya. Al preguntar qué había comprado y enseñarle el single, me dijo... "¿ah, pero Lou Reed no era negro?". Durante muchos años me he estado descojonando del comentario de forma
recurrente, pero desde que ví en directo a Reed hace un par de años pretendiendo ser Miles Davis o Coltrane, resulta que he descubiertoque mi hermano era un visionario y tenía más oído del que parecía: Lou Reed no era negro, pero querría haberlo sido para saber interpretar jazz sin resultar un tostón.

En fin, amor, drogas, días perfectos, rock and roll y gente que no se entera: la música nuestra de cada día-

Autor: Luis

Más información: Página oficial

Mp3: Perfect day

Youtube: La canción reinterpretada por Lou Reed y unos amigos (entre ellos uno rockero y comprometido)

sábado, 11 de abril de 2009

34 - "Hang on", Teenage Fanclub

  • álbum: Thirteen
  • año: 1993
  • sello: Creation

  • "Of all the stars I've ever seen
    you're the sun
    Hang on, hang on"

Alguna vez alguien me ha comentado que si las canciones de Norman eran las que más le gustaban, o si en cambio eran las de Gerard o las de Raymond (si me tengo que mojar, mi voto iría para el primero).Teenage Fanclub es el ejemplo que habría que usar en las clases de Educación para la ciudadanía para explicar las ventajas de la democracia. En cada uno de sus discos, los tres (grandes) compositores que forman este grupo se reparten a igual proporción la autoría de las canciones. Puede que alguien pueda discutir que uno u otro hace mejores canciones o que en un momento determinado de su carrera, uno de ellos estaba en estado de gracia y tal disco hubiera ganado con un mayor número de sus composiciones. Puede ser, pero la fórmula ha funcionado hasta ahora con unos resultados impecables.
De las cenizas de The Boy Hairdressers, Norman Blake y Raymond McGinley, junto con Gerard Love, formaron el núcleo indisoluble de TFC. Francis McDonald (también en The Boy Hairdressers) toma el papel de batería en un principio, pero este instrumento ha ido cambiando a un ritmo cercano al de Spinal Tap (pero sin muertes misteriosas ni combustiones espontáneas).
Los inicios más ruidosos (con Big Star en el podio de influencias) fueron dando paso a las guitarras más cristalinas y las armonías vocales que ahora son sus señas de identidad (con los tantas veces mencionados Byrds en mente). “Hang on” contiene una pequeña recopilación de todos esos factores. El comienzo con un poderoso riff de guitarra digno de T Rex, deja paso a las voces directamente llegadas de la costa oeste. La melodía, de Gerard Love en este caso, deja paso a un fade out orquestado que es uno de los mejores momentos del disco y la entrada perfecta al resto del disco.
Sirva la inclusión de esta canción en la lista para homenajear este gran disco, Thirteen, tan denostado por haber seguido directamente al legendario Bandwagonesque, y precedido a su obra maestra, Grand Prix.

Autor: Rafa Llarena

Más información: Web oficial

Mp3: Hang on

Youtube: Video de la canción.

lunes, 2 de marzo de 2009

35 - "Streets of your town", The Go Betweens

  • álbum: 16 lovers lane
  • año: 1988
  • sello: Beggars Banquet

  • "Don't the sun look good today?
    But the rain is on its way..."

Esta es la crónica de un amor, de una obsesión: llevo toda la vida buscando a los Go Betweens.

Me enamoré de ellos con el "16 lovers lane", seguramente con esta canción, y mi vida cambió.

Me obsesioné, busqué como un loco toda la información posible sobre esos australianos tocados por el don de la canción perfecta.

En aquella época toda su discografía anterior a Beggars Banquet (los 3 primeros discos, vamos) era inencontrable, pagué cantidades indecentes por copias en vinilo de esos discos (no estaban editados en CD) conseguidas a través de extraños catálogos de venta por correo. Lloré con "Bachelor kisses", me estremecí con "Part company", vibré hasta el éxtasis con "That way"... encontré a MI grupo.

Poco después conseguí sus dos discos siguientes: el "Liberty belle" y el "Tallulah". Recuerdo aún la emoción de la primera escucha... "the wrong road", "spring rain", "apology accepted", "right here", "bye bye pride"... no me lo podía creer, era imposible tanta perfección, tanta emoción, tanta verdad. Creo sinceramente que la trilogía "liberty", "tallulah", "16 lovers lane" es la cumbre del pop de mi era.

Poco después, tal y como presagiaba la portada del "16 lovers lane" con esas miradas dispersas, se separaron. Era el inicio de su historia negra, en su mejor momento, con lo más parecido a un éxito comercial que habían tenido (esta genial "Streets of your town") se separaban. El mito de Van Gogh tantas veces reproducido en la historia del arte volvía en toda su magnitud: el grupo más grande del mundo no había conseguido ni siquiera cercarse al éxito que merecían.

Yo quería más, claro. Llegaron sus etapas en solitario, el sublime "Danger in the past" de Robert, los irregulares discos de Grant.

Seguía buscándolos y ante la ausencia del maestro busqué a los alumnos, descubrí el maravilloso mundo del pop de las antípodas: los Apartments, los Mutton birds, el pop kiwi del sello Flying nun,... también tuve que tragar con mucho desalmado que se atrevía a definir su sonido como influenciado por mis ídolos (maldito vicio que aun persiste).

Y volvieron. Volvieron para llenar mi vida, para recordarme lo mucho que los necesitaba, lo mucho que los echaba de menos. Tuve incluso la suerte de verlos en directo en un inolvidable Primavera Sound, con un "right here" que vivirá para siempre en nuestros corazones.

Y entonces Grant, que siempre fue mi preferido, se fue. Acababan de sacar su enésima obra maestra y estaban, por fin, recibiendo el reconocimiento que siempre merecieron. Malditos malditos.

Se fue durmiendo, soñando, con un aura irreal que aún hoy me atrapa cada vez que recuerdo aquel día.

¿Se supera alguna vez la muerte del ser querido? No lo sé, yo la de Grant no la he superado, ni siquiera sé si quiero, aunque Robert me ha enseñado con "The evangelist" a sobrellevarlo.

Algunos se pasan la vida buscando a Dios, al amor, a la libertad, a la comprensión, al respeto... yo sólo los he buscado a ellos, a los Go Betweens.

Y sigo buscando, and I'm getting old.

Autor: Javi Abad

Más información: Página hecha por fans

Mp3: Streets of your town

Youtube: Video de la canción.

miércoles, 25 de febrero de 2009

36 - "The needle and the damage done", Neil Young

  • álbum: Harvest
  • año: 1971
  • sello: Reprise

  • "I've seen the needle and the damage done
    A little part of it in everyone
    But every junkie's
    like a settin'sun"

La música, más allá incluso de los autores e intérpretes que la han hecho viva, siempre ha jugado con la autodestrucción. El rock’n roll creció bajo unas premisas de urgencia y fugacidad y dio lugar a unas máximas que, desde cierta cordura, resultan inaceptables. Los personajes autodestructivos, los perdedores que buscan desperdiciar sus cartas de la manera más truculenta posible, han sido objeto de admiración por imberbes en plena explosión rebelde y sesudos intelectuales en distante estudio psicológico y antropológico. Algo así como un veterinario visitando un zoo, vamos.

Neil Young sabía cuando escribió “The needle and the damage done” que muchos lo iban a juzgar por moralista (en la recopilación “Decades” incluía unas notas al respecto de la canción que rezaban “I am not a preacher, but drugs killed a lot of great men.” – No soy un predicador, pero las drogas mataron a muchas grandes personas), que su posición iba en contra de los cánones del rock y que su música se iba a considerar menos “transgresora” por adoptar este tipo de mensajes. Pero al igual que hoy en día ser honesto es todo un dechado de actitud punk, lo de Young fue un auténtico acto de lucidez y rebeldía. Porque las reglas mandaban que la autodestrucción y la heroína eran el camino, y el decidió no seguirlo. Y sobre todo, porque Young se sentía vivo, y sentía la pena de haber visto morir bajo los efectos de la aguja implacable a Danny Whitten (guitarrista de Crazy Horse) y Bruce Berry (roadie de Young durante sus giras con su banda). Esa melancolía pronfunda, esa tristeza del que ha visto a un hombre apagarse lentamente y morir consumido como un cigarrillo abandonado en un cenicero de papel de plata, está presente en cada cuerda que rasga Young en los apenas dos minutos que dura la canción. A pecho descubierto, de la forma más directa y honesta que por entonces conocía un músico.

No era una cuestión de moral. Era una cuestión vital. No era una cuestión de miedo, sino de respeto. Hay mucho de arrebatador y pasional en esos personajes autodestructivos, sumidos en un mundo de drogas y patetismo (el ejemplo más cercano podría ser Nacho Vegas). ¿Cuál es el mito? Sin duda, en este caso, el autor o intérprete subyugado a su propia necesidad de crear. Entonces, compraremos una nueva entrada para acudir al mayor espectáculo del mundo, nos sentaremos bien arriba en la grada, para tener una visión panorámica de la pista central, y aplaudiremos fervorosamente cuando el trapecista falle el triple mortal sin red.

Autor: Jesús Sáez

Más información: Página oficial

Mp3: The needle and the damage done




Youtube: En directo en la televisión

sábado, 31 de enero de 2009

37 - "Souvenir", O.M.D.

  • álbum: Architecture & Morality
  • año: 1981
  • sello: Virgin

  • "My feelings still remain"

Acabo de llegar de una especie de festival alternativo de Barcelona –unos inquietos gallegos que promueven fiestas y regalan discos por el amor al arte que propugnaban los modernistas- y parece ser que un par de conversaciones mantenidas han encendido la chispa que me ha hecho evocar el pasado y vestir de recuerdo la canción que me toca desfibrar en el blog. Y a ello voy. Va a ser largo, avisados quedan.
La primera conversación ha sido vía Internet y esta mañana. Un par o tres de mensajes del grupo de locos que montamos esta salerosa clasificación hablaba de la endogamia de los grupos de Barcelona, de que la escena actual se compone de treinta personas que se van combinando entre sí para dar lugar a una serie de grupos en que están siempre los mismos treinta bajo careta de personalidad orquestal diferente. De hecho en las cuatro bandas que actuaban hoy ocurría eso, pero es que a la vez me han instado a acudir al mismo local el sábado que viene –o el sábado al que voy- en otra fiesta de una discográfica en la que actúan casi los mismos que aparecían hoy pero bajo nombres diferentes.
La segunda conversación ha sido allí mismo, y tan enfrascado me he visto en ella que cuando he querido salir a cenar con un grupillo al que le había dicho que acudía en breve, ya no los he encontrado. Trataba ésta sobre el gran tema de los treintañeros –y de ahí en adelante- que siguen aficionados a la música. Hace diez años Internet no era más que una curiosidad y la gente que entonces era veinteañera ya había formado su estética. Son la última generación para la que la música no tiene que ver con los ordenadores.
La cuestión es que yo me quejaba de que echo a faltar la presencia de popes, de críticos con criterio que escojan por mí, que me hablen con emoción de tal disco y su opinión sea valorada. Con el espíritu crítico que es ley que ellos mismos nos enseñen, sí, pero valorada. Esa Patricia Godes, esa Sagrario Luna, Fernando Poblet, Josep María Pallardó, ese Oriol Llopis,… Por citar sólo los más olvidados, que los conocidos siguen estando en el candelero. Gente que al citar un disco sancionaban y quitaban libertad al creyente, pero evitaban dispersión. A partir de ahí ya podías construir tu propia personalidad musical. Mi interlocutor argumentaba que esa figura aún existe, pero en forma de blogger, que nosotros no los conocemos, pero que la gente de veinte años los sigue, escoge, valora. No viene a ser lo mismo, por muchas razones. La primera es que cuando te echas novia dejas el blog. Entiéndanme, los guías actuales pueden ser válidos, de una percepción tan afinada como la de Diego Manrique en el 79, pero ya no buscan ser profesionales, es un entretenimiento que con el tiempo se dejará y con ello dejará inválidos a sus seguidores.
Bien, toda esta retahíla para explicar que a mí OMD me los descubrió un pope. Novelista de segunda fila hoy en día –aunque a mí me parece poco valorado y cercano a mis adorados Jardiel o Mihura- columnista en El Periódico de Catalunya y con una breve y frustrada carrera cinematográfica, habló en no recuerdo que revista –igual era el Vibraciones, del que fue director- del inmenso poder evocativo del primer disco de un grupo de Liverpool. Era el año en que habían sacado el Organisation y por tanto el “Enola Gay” sonaba constantemente en las radios. Es una canción que siempre me ha desagradado, profundamente. Entiendo que es icono de una época, entiendo que mucha gente evoca su riff de sintetizador como preclaro ejemplo de alianza entre vanguardia, comercialidad y baile, pero a mí son cosas que juntas me repatean. Las aguanto, como mucho, de dos en dos. No hay problema, me suele pasar con canciones sueltas de mis grupos favoritos, las odio hasta la extenuación. Quizás sean el vertedero de lo mucho que me gustan las otras.
El caso es que me fié del criterio de mi crítico y me compre su primer lp. No lo entendí. Sigo sin hacerlo. Me parece por una parte aburrido, pero por otra maravilloso. Las canciones son pretenciosas –Julia’s Song-, vulgares –Electricity-, pero tienen una extraña magia. Algo así como “no me sale, pero me saldrá”.
Y les salió, vaya si les salió. El padre es Architecture&Morality, un tercer lp lleno d enormes canciones, creo que cada una –por una razón diferente- lo es. El espíritu santo es “Souvenir”. Pero antes de que les analice la canción déjenme que les hable de cómo era la situación en el año 82, pongamos por caso, porque no se lo van a creer. Si digo que era una situación totalmente permeable va a quedar muy bien y va a entenderse hoy como multiculturalidad, cruce de civilizaciones, eclecticismo o un montón de chorradas más. Se me dirá también que esa actitud está a la orden del día. Y no era eso, no era eso. Permeable significa, por ejemplo que mi amigo del alma en aquella época, le flipaban los New Trolls, pero a la vez se compraba un disco de Dire Straits, que era un grupo nuevo, y me robaba mi ep numerado de Los Secretos porque les molaba a sus amigos de Santa Coloma que por otra parte no hacían más que escuchar a Los Chichos. Mientras, en su casa, analizábamos y bailábamos el disco de Greta que se había comprado su hermano, que por otra parte era heavy y se moría por Black Sabbatth. Mientras yo colaba el “Noche blanca en Munich” de Miguel Bosé junto a “Branquias bajo el agua” y mi amigo del alma me hacía recorrer media Barcelona para comprar un disco de unos alemanes que tenía una cara B cojonuda que se llamaba “Antenna”. Y yo aprovechaba también para hacerme con el “Sin Dinero” de Charol y al llegar a casa nos pillaba un compañero de colegio que se había comprado un lp que se llamaba Fans y que salían unos tales Radio Futura que eran cojonudos mientras yo les decía que fueran subiendo porque iba a casa a buscar a los que me he comprado que son Police y tienen el “Roxanne”
Y en el colegio corrían los discos que era un contento. Yo fui a una entidad religiosa –que Dios confunda- en la época de los curas obreros y las misas con guitarrita y canciones del Sisa. Y recuerdo –entre curas que nos hacían leer a Marx y otros que llevaban a su señora a los reservados- que se organizaban sesiones de audio forum en los sótanos de una enorme parroquia del desarrollismo. El asunto consistía en bajar un tocadiscos y que alguien devoto te pusiera toda la discografía de Pink Floyd o de Bob Marley. Y al salir iba a ver a una novia que tenía yo en Sants y que forraba toda su habitación de posters de Kiss y a la vez me compraba ella una entrada para ir a ver a Camel, pero que no perdonaba que no le pusiera el “She’s leaving” al llegar a su casa.
Ese era el ambiente. Ahora parece que todos estos te pueden gustar a la vez porque ya son clásicos, pero piensen un momento, vendría a ser como si hoy pudieras apreciar a: Camela, Porta, Evanescence, Operación Triunfo, Los Punsetes, Paulina Rubio, Banda Bassotti, Shania Twain, Cantajuego, Santi Delgado y los Runaways Lovers, Postal Service, Merche Corisco y Prin La La todo de una tacada y sin que te cayera la cara de vergüenza. Hoy esto sería imposible. Entonces existía.
Pues mi Architecture&Morality se editó en este ambiente y fue pasando de mano en mano hasta que me volvió un día con el troquel absolutamente desgastado. Mejor que fuese así, sobre todo estando dentro “Souvenir”, que es una canción que merece estar rota, a pesar de lo impoluto de su construcción. Una canción que yo me apresuré a difundir sin reparos quizás porque estaba diciendo “esto soy yo”, o “me quiero convertir en esto”, que vienen a ser cosas contrarias.
Puntualicemos: “Souvenir” es una canción que impacta. Impacta mucho la primera vez que la oyes. Pero si encima tienes diecisiete años y la pillas justo en el momento en que le toca –es decir, cuando aún tiene esa frescura de algo reciente, cuando aún la electrónica era anuncio de porvenir- es que ya decides directamente “la vida tiene que ser así”. Un inicio incoherente, un riff que es el que deben hacer los angelitos tristones en el cielo, una letra estúpida pero tan explosiva como lo pueda ser un balbuceo, explosiones gregorianas en el estribillo, un video que ya era rancio cuando se grabo.
Andy McCluskey y Paul Humphreys se encontraban en estado de gracia y supieron encontrar el esqueleto de la melancolía. Ese estado había surgido algunos años antes, rondando el 78, con puertas abiertas y todo por hacer en Liverpool. En el centro neurálgico y escueto del Eric’s Club –núcleo del mundo en su primer concierto- y en el garaje en que hacían sus propios sintetizadores. Había excitación, germen y abono a la vez de las explosiones pop, y esta excitación supuso por ejemplo que Tony Wilson y Factory Records publicasen Electricity y que Virgin, casi de inmediato, se hiciese con sus servicios y les fuese publicando lps. Fue por entonces cuando actuó el pope.
Recuerdo que antes de tener el lp compré el single. Eran unas ediciones que Ariola presentaba mucho más baratas que los singles al uso. El papel se arrugaba sólo con tocarlo y el vinilo también. Pero un marco estrellado anunciaba “100 pesetas”. Por 500 lo hubiera comprado igual, porque barruntaba que una canción, esa especialmente pero muchas más, me podía convertir en esto que soy ahora. Creo que no lo ha conseguido, lástima. La vida es demasiado imprecisa y sus golpes dejan demasiadas marcas como para no estragar la belleza. Y ahí no valen canciones.
Pero también estoy seguro de una cosa, quizás más importante. No soy lo que quise ser, es cierto, pero desde luego he evitado lo que no quise ser. Y creo que eso sí, definitivamente, lo han conseguido las canciones.
Autor: César Prieto

Más información: En castellano

Mp3: Souvenir




Youtube: El rancio video de la canción


domingo, 18 de enero de 2009

38 - "Get me away from here, I'm dying", Belle and Sebastian

  • álbum: If you’re feeling sinister
  • año: 1996
  • sello: Jeepster

  • "Said the hero in the story
    'It is mightier than swords
    I could kill you sure
    But I could only make you cry with these words'"

No cabe duda de que Belle & Sebastian han sabido reinventarse inteligentemente con el tiempo, y sus últimos discos mantienen una notable dignidad, completamente disfrutable. Pero, seguramente, “If you’re feeling sinister” no se volverá a repetir. Con Stuart Murdoch cantando como los ángeles, con una delicadeza y una sensibilidad de la que siempre ha disfrutado, pero que aquí alcanza niveles excelsos, “Get me away from here I’m dying” es el tema que representa perfectamente porque hoy los escoceses son una de las bandas más importantes de los últimos 15 años. La letra de Murdoch presenta una mezcla de ironía, romanticismo y desencanto que da a la canción una increíble cantidad de niveles de lectura, según el estado de ánimo. Unas palabras, que como él bien escribe al final de la canción, pueden hacernos sonreir, pensar y son las únicas capaces de hacernos llorar. Y sobre todo, las melodías, los arreglos, todo funciona perfectamente en una canción que está interpretada como si fuera a quedarse en el cajón de los recuerdos (el disco entero está tocado con escobillas y eminentemente guitarras acústicas) y que finalmente ha acabado con un sitio de honor en el escaparate de la memoria.

Hay muchos que critican a Belle & Sebastian por blandos. Otros por ñoños. Otros simplemente por llevar la contraria. No importa. Las melodías, la sutilidad y las palabras están por encima de lo abrupto, lo impuesto por la fuerza, la misma violencia. O al menos eso quiero creer. Me gustaría pensar, con esa mezcla de ironía, ingenuidad y tristeza que destila Murdoch en este tema, que las palabras tienen una fuerza mil veces superior al de las “espadas”, los rifles, las bombas. Apostar por su abrasadora potencia capaz de despertar todos los sentimientos más arrolladoramente humanos (la mayor potencia que sin duda hay en el mundo), e incluso de acallar el más traicionero de todos: el miedo.

Sáquenme de este mundo. Que se pare. Yo también quiero irme de aquí. Que alguien diga algo.

Autor: Jesús Sáez

Más información: http://www.belleandsebastian.com/

Mp3: Get me away from here, I'm dying




Youtube: Video en directo (2006)